Sólo cuando el más remoto rincón del mundo quede totalmente a oscuras y tenga la certeza total de que ninguna luz se encenderá, volveré a llorar por alguien.
Sólo cuando tenga las cartas en mi mano y sepa que por muy bien que las juegue, perderé, lloraré.
Sólo cuando no haya más esperanzas, cuando hayan desaparecido... Únicamente en ese momento me daré permiso para llorar libremente.
jueves, 3 de julio de 2008
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